sábado, 26 de febrero de 2011
El Escepticismo de Sancho
Fui bastante elogiado ya que defendi a los nuevos esposos en los momentos mas dificiles de la boda. Asi que me permitieron quedarme por unos dias en la casa de Basilio. En el tiempo que estuve en la casa de Basilio me recomendo que me hiciera rico mediante negocios limpios. Tambien estuvimos hablando de la pobreza, la honradez y la belleza de las mujeres. Mientras hablabamos de belleza recorde a mi fermosisima Dulcinea del Toboso. Pasaron los dias y llego el momento de irme. Asi que le pedi a uno de los estudiantes que me acompañaron a la boda, que me sirviera de guia hacia la cueva de Montesinos. FInalmente me acompaño un primo de uno de los estudiantes. El estudiante me dio a entender que el era un humanista y que le preocupaban las cosas inutiles y que estaba preparando tres libros. Esto por alguna razon le parecio gracioso a Sancho asi que hizo algunas bromas acerca del tema. Llego la noche y dormimos en una aldea donde compre cien brazas de cuerda para descolgarme a la cueva de Montesinos. A las dos de la tarde del dia siguiente llegamos a la cueva de Montesinos. Me ataron fuertemente y Sancho con ayuda de el estudiante me ayudaron a bajar. Al descender a la entrada de la cueva, comence a cortar las malezas que habian en dicha entrada. Sancho me cuenta que las primeras ochenta brazas no sintieron peso alguno y que se preocuparon. Pero en las ultimas diez brazas me vieron y estaba dormido asi que se tranquilizaron. Al despertarme les conte todo lo que me habia pasado dentro de la cueva. Me encontre con el primo y amigo de Montesinos, Durardarte, quien yacia en carne y hueso en un sepulcro de marmol, porque el mago Merlin lo habia encantado. Tambien estaban ahi Belerma, dama de Durardarte; su escudero, Guadiana que se convertio en rio y mucho mas amigos y parientes de Durandarte que estaban convertidos en lagunas. Sancho permanecio esceptico y comenzo a reirse de mi cuando le dije que habia visto a Dulcinea y a las damas que lo acompañaban. Estas me pidieron seis reales a cambio de un pañuelo de algodon. Claramente le dije a Sancho que el no podia entenderlo porque no tenia experiencia con el mundo y que algun dia le iba a demostrar que todo lo que dije era cierto. Cuando nos marchamos de la cueva de Montesinos nos encontramos a un hombre que estaba cargando unas lanzas. Quien nos dijo que si me interesaba saber mi futuro me lo diria en una venta que habria mas tarde. De camino a la venta comence a hablar de los caballeros viejos los cuanles son tratados de muy mala manera y que no sirven para nada. CUando anochecio llegamos a la venta. Y esta vez Sancho se quedo sorprendido porque sabia que era una venta y no un castillo. Pero era obvio que era una venta no tenia las grandes bellezas de un castillo. Sancho siempre me dice cosas sin sentido que no entiendo; como se supone que confunda una venta con un maravilloso castillo.
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Grandioso trabajo, que sigue manifestando una lectura seria y profunda de esta gran obra desde una perspectiva sincera, totalmente auténtica.
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